En la actualidad las empresas deben mantenerse constantemente en búsqueda de la vanguardia tecnológica, aspecto que les permite, no solo no quedarse rezagadas en el sector al que pertenezcan, brindando nuevos y novedosos productos con prestaciones inéditas, sino también, buscando una mayor eficiencia productiva que les permita reducir costes de producción, ajustando a su favor los márgenes comerciales en una coyuntura económica en la que los costes de determinados materiales, o de ciertos procesos de las operaciones comerciales, como el transporte, se han encarecido tanto que hace obligatoria la búsqueda de alternativas más eficientes.
Entre las necesidades imperantes de toda empresa, ya sea de menor o mayor tamaño, está la inversión en el inmovilizado necesario para desarrollar su actividad, ya sea material – mobiliario, maquinaria, elementos de transportes, equipos para el proceso de información, etc-, o intangible – programas informáticos, concesiones administrativas, apps -.
La necesidad de adquirir estos elementos no es muy flexible, dado que son en gran medida necesarios e indispensables para el inicio o continuación de las operaciones de una empresa, presentándose en todo caso un dilema a la hora de seguir el criterio de inversión, por un lado el valor económico, escogiendo la opción más asequible pero que a la larga ofrece menos prestaciones o requiere de mayor cantidad de suministros o mantenimiento, y por otro lado, estarán los elementos de mayor precio, con más y mejores prestaciones, más eficientes, y de los que se puede obtener una vida útil más larga y mejores capacidades.
Independientemente del criterio seguido por las entidades para la selección de sus bienes de inversión, existe una herramienta a su alcance muy útil para mitigar las ingentes cantidades de dinero que requiere equipar una empresa, incluso aquellas de reducida dimensión. Esta herramienta es la figura de la amortización, definida como la depreciación efectiva que experimentan los elementos de inmovilizado tras su incorporación al proceso productivo de la empresa, ya sea por su uso, disfrute, o bien por la obsolescencia del propio equipo.
Ambas normativas, contable y fiscal, contemplan la posibilidad de recoger como “gastos deducibles” la amortización que efectivamente experimentan estos elementos. Desde la perspectiva contable existen varios mecanismos para determinar la amortización de un elemento de inmovilizado, mientras que desde la perspectiva fiscal, se aprueban unas tablas fiscales que recogen dos criterios para calcular el importe deducible en concepto de amortización, con unos porcentajes máximos a aplicar sobre el valor de adquisición del bien de que se trate, o con un porcentaje inferior al máximo establecido, pero siempre debiendo proceder a la amortización del elemento en un período máximo de tiempo, estipulado en años, que según el bien de que se trate será más o menos amplio.
Un aspecto que no todas las empresas entienden o dominan a la hora de beneficiarse de las ventajas que la normativa fiscal ofrece al respecto, son las aceleraciones de amortización, así como las libertades de amortización, que a menudo suponen ajustes negativos sobre el resultado contable de la entidad, todo ello de cara a la autoliquidación del Impuesto de Sociedades, y que puede determinar, en algunas ocasiones de forma muy significativa, una mayor o menor cuota a pagar en el modelo 200.
Constantemente la norma fiscal prevé la posibilidad de acelerar la amortización de determinados elementos de inmovilizado, como es en el caso de las entidades de reducida dimensión, que son aquellas que cumplen una serie de requisitos previsto en la legislación fiscal, a las que se le permite acelerar la amortización de elementos, entre otros elementos de inmovilizado material, inversiones inmobiliarias o inmovilizado intangible.
¿Cómo opera esta herramienta que permite tener un ahorro directo en el impuesto de sociedades? imaginemos un ejemplo: Adquirimos una máquina para nuestra empresa, por valor de 20.000 €, con un porcentaje de amortización lineal máximo del 10 por 100 por año, lo que, desde un punto de vista contable, de usar este método de amortización, supondría un gasto deducible por año de 2.000 €. No obstante lo anterior, como la entidad cumple los requisitos para ser considerada una ERD, puede acogerse a una aceleración de amortización, lo que le permitiría multiplicar por 2 el porcentaje lineal máximo de amortización, elevándolo a un 20 por 100, lo que significaría que se debe practicar un ajuste extracontable negativo sobre el resultado contable, recogiendo un gasto fiscalmente deducible extra de otros 2.000 €, con el consiguiente ahorro en el impuesto de sociedades, fruto de este aumento del gasto deducible.
Por otra parte, existen también a disposición de las entidades las libertades de amortización, que permitirían a una entidad, en el año de adquisición de un elemento determinado, y de acuerdo a los límites y requisitos previstos en la norma fiscal, amortizar libremente dicho elemento, pudiendo incluso consignar como gasto fiscalmente deducible, el total del valor de adquisición del elemento, permitiendo de esta forma a las entidades, sobre todo a las ERD, un mayor margen o flexibilidad en el ejercicio de adquisición del elemento, que tras la inversión siempre genera desequilibrios económicos o necesidades, que de esta forma se minoran.
Es muy importante para las PYMES encontrarse al corriente de todas las novedades normativas que a nivel fiscal le permiten la consignación de gastos deducibles que desde el punto de vista contable no lo son, o incluso en aquellos supuestos en los que si lo son, pero en un menor importe, y que en caso de no ser aplicado se estaría soslayando una importante ventaja fiscal que puede generar un importante margen económico o ahorro para la entidad en el año de adquisición del elemento, caso de la libertad de amortización, o que le podría beneficiar con mayores cantidades de gasto fiscalmente deducible, en el caso de las aceleraciones de amortización, que en absoluto resultan nada desdeñables, y que sin lugar a dudas pueden dar a muchas entidades una burbuja de aire en un momento de importantes esfuerzos como son los períodos en los que se realizan inversiones en elementos de inmovilizado.